sábado, 29 de agosto de 2015

Controla el enojo, para que no te controle.



“Aferrarse a la ira es como tomar un carbón ardiente con la intención de arrojárselo a alguien; es uno quién se quema”.
Buda (Líder religioso de Oriente)

El enojo es una de las emociones más frecuentes en nuestra vida.
Pero también es una de las más desgastantes y es la causa de una gran parte de nuestros problemas, ya que:

  • Nos desgasta físicamente, porque altera todo el funcionamiento del cuerpo.
  • Influye en la toma de malas decisiones, que afectan todas las áreas de nuestra vida.
  • Aumenta o provoca conflictos con los demás.

Pero el coraje en sí mismo, no es malo.

Es una respuesta instintiva de nuestro organismo, que nos da la energía necesaria para defendernos cuando somos atacados físicamente o cuando nuestra vida está en peligro.

Nos puede servir para reconocer que algo nos está molestando y motivarnos a actuar.

El problema no es sentir coraje o rabia, cuando el sentimiento es momentáneo o está bien encausado y manejado.

El verdadero problema surge cuando mantenemos ese sentimiento durante muchas horas, días, meses o años y cuando, gracias a él, respondemos desproporcionadamente.

Las causas del coraje pueden ser:
  • Internas, a partir de algunos recuerdos o
  • externas, relacionadas con lo que sucede a nuestro alrededor.

Podemos hablar de dos tipos de coraje:

  • El que dirigimos hacia nosotros mismos, en el que:
    • Nos atacamos,
    • insultamos,
    • devaluamos,
    • o reprimimos, con lo que se convierte en depresión.

  • El que dirigimos hacia los demás.

El coraje puede ser utilizado de una manera adecuada y de una inadecuada.

  1. Es inadecuada, cuando.
    • Explotamos, sin medir las consecuencias. El coraje nos controla y podemos lastimar emocional o físicamente a una persona.

    • Lo utilizamos para poder controlar a los demás. Esto puede darse en personas con baja autoestima, que lo utilizan para sentirse fuertes y poderosas.

    • Lo reprimimos, porque pensamos que es algo negativo. Esta actitud abarca desde negarlo, decir que no estamos enojados, hasta dejar de sentirlo, aparentemente.

  1. Adecuada.

    Dado que cada persona es diferente, cada uno de nosotros puede manejar adecuadamente el coraje, de una manera distinta.

Algunos, simplemente con reconocer y expresar que están enojados, se sienten mucho mejor y el coraje disminuye, permitiéndoles resolver la causa de su malestar.

Otros necesitan descargar la energía físicamente, con actividades como correr, encerrarse en un cuarto y gritar, golpear un cojín, etc.

Esto es adecuado siempre y cuando tus acciones no te afecten de alguna manera o afecten a los demás y que no hagas cosas de las que luego te arrepientas.

También podemos:

    • Hablar y aclarar las cosas con las personas involucradas, si lo hacemos e una manera asertiva.
    • Hacer ejercicio.
    • Relajarnos
    • Expresarlo a través del arte: pintura, escritura, música, etc.

¿Qué es lo que dispara el coraje?

El enojo tiene que ver con dos aspectos:
  1. El temor o la sensación de estar amenazado, ya sea real o simbólicamente.
    Esta amenaza puede ser en el aspecto físico, emocional, psicológico o espiritual.

  1. La frustración de no obtener lo que deseo o de que las cosas y las personas sean diferentes de cómo yo quiero que sean.

Cuando percibimos esa oposición de la gente como agresiva, el coraje o la ira pueden crecer desproporcionadamente.

Este aspecto está relacionado con una necesidad de control, ya sea físico o psicológico y muy frecuentemente lo justificamos, equivocadamente, con el concepto de "lo que es justo".

Nuestra percepción y pensamientos son los elementos que disparan y mantienen el coraje.

Por ejemplo:
Mi ex-pareja me grita.
Yo lo percibo como agresión y me enojo, porque pienso:
"No debería de gritarme (debería comportarse como yo quiero que se comporte)".
"Se cree más que yo"(mi autoestima se siente amenazada).
"Todo lo hace a propósito para hacerme sentir mal" (y no debería hacerlo). Etc.

Estos pensamientos me generan más coraje y la rabia se va a mantener mientras los tenga.

Si dentro de 5 días, estoy tranquila viendo televisión y me acuerdo y vuelvo a tener ese tipo de pensamientos, me vuelvo a enojar, aunque no esté mi ex-pareja presente.

Lo malo es que así como pueden ser 5 días, pueden ser 5 o 50 años.
Cada vez que yo tenga este tipo de pensamientos o similares, vuelvo a sentir el coraje con la misma intensidad o mayor que cuando fue la discusión.

(También podría no haberle hecho caso, percibirlo como una conducta que no tiene importancia para mí y no enojarme.)
(O pensar: "Pobre, sólo gritando puede sentirse mejor, lástima" y tampoco me enojo).

Lo más probable es que, si me enojo, le grite o insulte y mi pareja reaccione con pensamientos parecidos a los que causaron mi enojo, formando un círculo vicioso en donde el coraje de uno aumenta el del otro, indefinidamente.

Cuando nos estamos divorciando, todo el coraje que sentimos y que puede provocar un fuerte deseo de desquitarnos o vengarnos, tiende a mostrarse en la negociación de los aspectos económicos y relacionados con los niños.

¿El resultado?

Los trámites se alargan, nosotros nos desgastamos física y emocionalmente y nuestros hijos sufren.
¿Qué hacer?
Describe las situaciones en las que te enojas y responde a las siguientes preguntas, por escrito:

¿Por qué me enoje?
¿Por qué creo que eso pasó?
¿Que hizo la otra persona?
¿Por qué creo que lo hizo?
¿Por qué creo que lo hizo para molestarme?
¿Qué pienso de esa persona?
¿Qué pienso de mí?

Escribe todo lo que se te ocurra, sin analizarlo.

Si crees que no pensaste nada, escribe qué crees que pensaría cualquier persona que se encontrara en tú lugar.

Muy probablemente esos son tus pensamientos.


Una vez que hayas terminado, revisa cada pensamiento y pregúntate: Si pienso así ¿cómo me siento?

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